Nuestra existencia depende del equilibrio de las condiciones medioambientales del planeta Tierra. Técnicamente, somos “parásitos” de las plantas, sin cuya fotosíntesis[1] no podríamos sobrevivir. En efecto, nosotros nos alimentamos de plantas, o de otros organismos que consumen plantas. Y, sin embargo, ¡qué poco respeto tenemos a las plantas, aun sabiendo que son seres vivos como nosotros! Quemamos los bosques o los talamos sin compasión, ensuciamos los jardines... sin reparar en que los vegetales son imprescindibles organismos productores de vida.
Entre los Productores, vegetales que dependen del sol, la tierra y el agua; los Consumidores, seres humanos y grandes carnívoros que producen desechos; y los Descomponedores (Insectos, hongos, bacterias) que los reciclan tiene que haber un equilibrio, que estamos rompiendo.
Los seres humanos dependemos directamente de ese equilibrio de la naturaleza, de la armonía del ecosistema[2]. Somos hijos de la Tierra (homo viene de humus, tierra fértil). Quien desprecia a la tierra se desprecia a sí mismo, porque, en efecto, ‘polvo somos y en polvo nos convertiremos’.
Desde un punto de vista ecológico[3], los seres humanos somos consumidores más que productores. Consumimos recursos que son escasos, unos renovables y otros no. Por ejemplo, el petróleo. El petróleo, también llamado “oro negro” por su valor económico, se ha formado lentamente en las profundidades de la Tierra como resultado de la descomposición de grandes masas vegetales de hace millones de años. Todos sus derivados nos son familiares, ¡nos vestimos y trabajamos con ellos: nailon, gasoil, plásticos, disolventes; pues bien, el petróleo es un bien no renovable: cuando se acabe (dentro de unos treinta años), se acabó. Además, los seres humanos, con nuestras actividades, alteramos, contaminamos el medio, dañando las condiciones que hacen posible la vida en un determinado ambiente. Por ejemplo: vertiendo a un río metales pesados que envenenan a los peces y a las aves que consumen peces; abusando de los abonos químicos, de los detergentes o de los insecticidas; causando ruidos que afectan al sistema nervioso… La contaminación se produce cuando echamos tantos desechos o residuos que los descomponedores (insectos, microorganismos, hongos) no pueden eliminarlos (biodegradarlos) convirtiéndolos en materia orgánica.
Algunos desechos son fáciles de biodegradar, de descomponer en sustancias que puedan transformarse de nuevo en vida: el papel se deshace fácilmente en materia orgánica, o el vidrio, que se descompone en simple arena con la que pueden fabricarse nuevos vidrios; otros materiales, sin embargo, como los plásticos, el papel-aluminio o los residuos atómicos, pueden tardar siglos o miles de años en descomponerse, o resultar muy venenosos para los organismos vivientes.
Existe una contaminación natural causada por catástrofes naturales, como incendios espontáneos, terremotos, plagas de langostas; y otra contaminación, cada vez más relevante, antropogénica, artificial, causada por el ser humano: gases y humos procedentes de nuestras industrias, residuos metálicos y químicos, ruidos, malos olores, destrucción de especies, etc.
Hasta el siglo XX, la actividad técnica humana se mantuvo en relativo equilibrio con la naturaleza, pero en los últimos cincuenta años el crecimiento de la actividad humana se ha vuelto insostenible por una serie de factores:
· Consumismo y despilfarro. En España se calcula que cada ciudadano produce más de quinientos kilos de basura al año. El consumo masivo de determinadas especies de animales salvajes, como las anchoas o los atunes, está acabando con las reservas mundiales.
· Reducción de la biodiversidad. Han desaparecido tantas especies animales y vegetales como en los 2000 años anteriores. 20.000 especies vegetales y 5000 animales se encuentran en peligro de extinción por la destrucción de los bosques o el abuso de herbicidas o insecticidas. Las selvas tropicales húmedas albergan la mayor riqueza faunística y vegetal del planeta, su fulminante deforestación está haciendo desaparecer especies desconocidas para el hombre, y que constituyen un capital genético inevaluable.
· Los residuos químicos contaminan los acuíferos y el agua potable se vuelve escasa. Durante la Guerra del Golfo (1991) se derramaron en el Golfo Pérsico 10 millones de barriles de crudo, y se incendiaron los pozos petrolíferos de Kuwait. En la actualidad, unos 1100 millones de personas carecen de agua potable y 2400 de alcantarillas sanitarias.
· El abuso de pesticidas (insecticidas, herbicidas, venenos contra “alimañas”) perturba gravemente los ecosistemas.
· Las sustancias radioactivas mantienen una peligrosa actividad durante miles de años. A parte de las bombas atómicas tiradas en Japón al final de la segunda guerra mundial y los experimentos atómicos en lugares deshabitados, ya se ha producido una terrible catástrofe atómica, la de Chernobyl (Ucrania) que ha afectado a millones de personas y ha envenenado una provincia entera para 25000 años.
· El calentamiento de la Tierra a causa del efecto invernadero de los gases (CO2, gases nitrosos y sulfurosos, metano) que resultan de la combustión del petróleo, carbón, gas... Este fenómeno modifica el régimen de lluvias, la intensidad de los vientos, las migraciones de los peces y las aves... Y probablemente sea la amenaza más grave para la vida humana en el planeta Tierra. El calentamiento global es efecto de la emisión de unas 3000 megatoneladas métricas anuales de CO2, que incrementa un 0,5% la concentración del mismo en la atmósfera. Esta gran cantidad de dióxido de carbono no puede ser absorbida por la atmósfera ni por las plantas de modo que se mantenga el equilibrio global, sobre todo si al mismo tiempo desaparecen 5000 m2 de bosques por segundo.
· La contaminación del aire y la lluvia ácida (con la que se precipitan sobre plantas y bosques distintas clases de venenos) resultan perjudiciales para los vegetales, para los animales e incluso para los edificios.
· La desertización. La falta de cubierta vegetal produce grandes erosiones de tierras fértiles, que se ven arrastradas hacia el mar por las lluvias. Por ejemplo, en Tailandia ha desaparecido el 90% del bosque tropical. En Galicia, en 2006, se quemaron intencionadamente 80.000 hectáreas de bosques.
· Las sustancias químicas elaboradas por la industria como conservantes, endulzantes, colorantes, intensificadores del sabor, etc., penetran en la cadena de alimentación y afectan a los tejidos de los seres vivos provocando alergias, cáncer, malformaciones, esterilidad... enfermedades.
A medida que el modelo consumista propio de los países opulentos (occidentales) se extiende a nuevas potencias económicas emergentes, como China o India, se aprecia más la insostenibilidad del mismo. No hay recursos naturales para todos, el crecimiento de la demanda los encarece rápidamente, y la velocidad de su consumo no permite su renovación. Ya está sucediendo y los primeros perjudicados son, como suele suceder, los países pobres. La conversión de alimentos (girasol, caña de azúcar, maíz, etc.) en biocombustibles para sustituir el gasoil y la gasolina provoca una elevación de los precios de los alimentos básicos y la multiplicación de hambrunas en África y en otros países pobres de América y Asia. Sus habitantes se ven obligados a emigrar, buscando mejores condiciones de vida.
No podemos seguir por este camino y es preciso reducir los niveles de contaminación y cambiar de modelo de comportamiento. Cambiar hacia un modelo de desarrollo sostenible. Por desarrollo o crecimiento sostenible entendemos aquél que no compromete el futuro de la vida en la Tierra, ni las necesidades de las generaciones futuras. Se trata, pues, de extender la solidaridad y el compromiso con la vida en general y con la humanidad en particular, hasta aquellos que todavía no han nacido, de renunciar a darnos caprichos presentes si estos comprometen bienes que van a necesitar nuestros descendientes.
Es claro que la filosofía instantaneísta[4] de la publicidad no favorece la práctica de esa filosofía del desarrollo sostenible, sino todo lo contrario. Nos anima a vivir ahora derrochando recursos, sin preocuparnos ni del pasado ni del futuro. No todos tenemos la misma responsabilidad porque, actualmente, el 20% de la población mundial, o sea, los habitantes de los países ricos, producen el 95% de los residuos tóxicos y el 65% de las emisiones que provocan el calentamiento de la Tierra y el cambio climático.
Por eso, diversas asociaciones internacionales han promovido conferencias y acuerdos; entre los principales:
1976. Convenio para la protección del Mediterráneo. Con el fin de reducir su contaminación y evitar que se convierta en un mar muerto.
1987. Protocolo de Montreal. Se prohíbe el uso de clorofluorocarbonos (CFCs), gases usados en los frigoríficos, los pulverizadores y en la producción de plásticos, y que destruyen la capa de ozono, que nos protege de los rayos del sol.
1991. Protocolo de Madrid. Se acordó prohibir en la Antártida “toda actividad relacionada con sus recursos minerales, que no sea la investigación científica”.
1997. Convención de Kyoto. Los países se comprometieron a reducir la emisión de CO2 a la atmósfera, los de la Unión Europea se comprometieron a reducir el 8% de emisión entre 2008 y 2012.
Las principales Conferencias Internacionales han sido: Las Cumbres de la Tierra (en Naciones Unidas y cada diez años). En la Conferencia de Estocolmo se elaboró la Carta de la Tierra, en la que se recogen los “derechos de nuestro planeta”. En la Primera Cumbre de la Tierra, de Río de Janeiro (1992), se redactó la Agenda 21, un documento destinado a corregir los desequilibrios ecológicos, económicos y humanos en el siglo XXI. En ella se reconoció la naturaleza integral e interdependiente de la Tierra, nuestro hogar, y el derecho de los seres humanos a una vida sana y productiva en armonía con la Naturaleza. En este documento, los países ricos se comprometieron a destinar el 0,7% de sus ingresos (Producto Interior Bruto, PIB) a ayudar a los países pobres, a tomar medidas para reducir la contaminación (Convenio sobre el cambio climático) y para evitar la desaparición de las especies (Convenio sobre biodiversidad).
En la Segunda Cumbre de la Tierra, la de Johannesburgo de 2002, se acordó que las energías no contaminantes (solar, hidráulica, eólica...) sustituyan a las energías fósiles (carbón y petróleo) y a la energía nuclear, mejorar las condiciones sanitarias del agua, recuperar las reservas pesqueras esquilmadas, minimizar el impacto de productos químicos, generalizando el uso de productos “ecológicos”, “bios” y “verdes”, mejorar el acceso de los países pobres a los mercados internacionales (reducción del proteccionismo de los países ricos respecto de sus productos agrícolas). Se insistió en que los países ricos deben destinar un 0,7% de su PIB al desarrollo de los pobres, pero en la actualidad sólo cinco Estados cumplen con este compromiso, entre los cuales no está España.
En septiembre del 2000 se celebró la Cumbre del Milenio. En ella, los países de la ONU establecieron un plan destinado a conseguir un medio ambiente sostenible (a reducir la contaminación) antes de 2015. En el seno de la ONU hay diferentes instituciones preocupadas por asuntos ecológicos:
La FAO: Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura. Intenta mejorar la alimentación de los habitantes del planeta.
La OMS: Organización Mundial de la Salud. Vela por la salubridad del agua y previene epidemias.
La AIEA: Agencia Internacional de la Energía Atómica. Vigila el uso de la energía nuclear.
Las Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) más importantes de cuantas se dedican a la defensa del medio ambiente son las siguientes: Greenpeace, WWF/Adena. En España destacan AEORMA, Amigos de la Tierra y FAT.
Cuestiones
1. ¿De qué nos advirtió el informe Los límites del crecimiento?
2. ¿Qué es un ecosistema?, ¿qué sustancia constituye la mayor parte del cuerpo de los seres vivos? ¿Qué es la bioesfera?
3. ¿Qué es la contaminación? ¿Qué dos clases de contaminación podemos distinguir?
4. ¿Cuáles son los efectos negativos de la sobreexplotación humana del medio natural? ¿Cuál puede ser el efecto más grave de la misma?
5. ¿Cómo podemos reducir la contaminación en nuestra vida cotidiana?
6. ¿Dónde se celebró la primera Cumbre de la Tierra? ¿Qué acuerdos se tomaron en la misma?
7. Explique qué se entiende por “desarrollo sostenible”.
8. Señale dos clases de energías no contaminantes. ¿En qué tipo de producción no contaminante de energía es España una potencia internacional?
9. ¿Cuáles son los productos “ecológicos”, “bios” y “verdes”? Infórmese de qué distingue la producción ecológica de aceite de oliva. ¿Qué son las APIS? (pregunte en una almazara…)
10. Señale qué especies vivientes están en la actualidad en peligro de extinción en España y qué medidas ha tomado nuestro gobierno para protegerlas.
Vea el vídeo de Al Gore sobre Calentamiento Global: Una verdad incómoda.
1. ¿Qué es el calentamiento global? 2. ¿Qué lo produce? 3. ¿Qué consecuencias puede traer para la vida de los humanos en la Tierra? 4. ¿Cómo podríamos evitarlo?
Investigación
En 1978 el Amoco-Cádiz derramó 228.000 Tm de petróleo en las costas francesas de Bretaña. Investigue cuáles han sido desde entonces las mayores catástrofes ecológicas causadas por accidentes de grandes petroleros, sobre todo aquellas que han afectado al litoral español y qué medidas han puesto los gobiernos para prevenirlas.
Comentario de textos
«Artículo nº 45 de la Constitución Española (1978): 1. “Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conservarlo. 2. Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de la vida y defender y restaurar el medio ambiente, apoyándose en la indispensable solidaridad colectiva”».
«Ya no cabe tanta basura. Bolsa a bolsa, los españoles producimos unos 25 millones de toneladas de residuos cada año (kilo y medio por persona y día), y esos desechos no se evaporan: hay que meterlos en algún sitio. Con unos porcentajes de reciclaje que ni siquiera llegan al 10% la solución (pestilente y tóxica) durante décadas han sido los vertederos urbanos. Pero éstos han empezado a colapsarse. Las alertas han saltado y algunas administraciones autonómicas apuntan un nuevo rumbo: la incineración de residuos, hasta ahora con presencia discreta –y aún así, muy polémica- en España. Los ecologistas ponen el grito en el cielo. El Ministerio de Medio Ambiente calla: ya no es competencia suya sino de las comunidades autónomas. Y la UE apuesta, por primera vez, por la incineración porque es una fuente de energía... el vertedero debe ser la última solución»
Vera Gutiérrez Calvo. “La basura nos desborda. ¿La quemamos?”. EL PAÍS, martes 26 de agosto de 2008, pg. 24s.
1. Entérese de cuántas incineradoras y cuántos vertederos hay en Andalucía o en su provincia. ¿Qué razones esgrimen los movimientos ecologistas contra la instalación de plantas incineradoras?
2. ¿Qué medidas individuales y colectivas podríamos tomar para reducir nuestra generación de basura?
Ejercicio de Prospectiva: ¿Cómo vé usted el futuro? Imagínelo teniendo en cuenta algunos datos que a continuación se le ofrecen:
La mayoría de las especies animales que han existido en la Tierra ya han desaparecido. Lo más probable es que la nuestra también desaparezca, tal vez en unos miles de años. ¿Desapareceremos por no gestionar bien los recursos del planeta? Muchos empezarán pronto a escasear. ¿Serán los vertederos las minas del futuro? Si seguimos con las tasas de crecimiento demográfico actual, para el 2100 habrá 50.000 millones de bocas que alimentar. Si la degradación del suelo de África sigue al ritmo actual el continente sólo podrá alimentar al 25% de su población en 2025. 2000 millones de personas se convertirán en “refugiados ambientales”. Hace poco, España fue paralizada por una huelga de transportistas que protestaban por la subida del precio del gasóleo, ¿qué sucederá cuando el petróleo se agote por completo? La civilización actual tal y como la conocemos terminará a finales de siglo. El efecto más devastador no será en las ciudades -aunque seguramente nuestros descendientes tengan que renunciar al coche privado, las bolsas, el lavavajillas y la ropa barata hecha de plástico-, sino en el campo. Los tractores funcionan con gasoil y aran en una hora lo que una bestia de tiro en un día. Se calcula que el 90% de la energía para producir cereal procede del petróleo y el gas natural. ¿De dónde sacaremos la energía para producir insecticidas, herbicidas y fertilizantes? Para producir fertilizantes (síntesis del amoniaco), se requieren temperaturas de 500°C y presiones de 200 atmósferas[5]. ¿Y de dónde sacaremos el hidrógeno para producirlos si se agota el gas natural? A todo esto, los políticos no pueden tomar medidas drásticas (por ejemplo, contra el despilfarro de petróleo) porque resultarían antipopulares, o por la presión que ejercen sobre ellos las grandes multinacionales (del automóvil, por ejemplo)…
Notas
[2] Conjunto de seres vivos relacionados entre sí en un determinado habitat y que dependen unos de otros. Los consumidores (seres humanos) de los productores (plantas y herbívoros) y éstos de los descomponedores (insectos, hongos, microorganismos), que transforman los desechos (excrementos, residuos, cadáveres) en materia orgánica (abono, compost, humus, alimento para plantas).
[3] La ecología es la ciencia que estudia el medio ambiente natural.
[4] Dicha filosofía se podría resumir en el imperativo libertino: “Come, bebe y ..., que el mundo se acaba” o en la metafísica según la cual sólo es real el presente... “y el que venga detrás que arree” del egoísmo narcisista y consumista.
[5] El uso de compuestos nitrogenados permite cultivar la misma variedad en un mismo suelo todos los años, si no habría que volver al barbecho o la rotación tradicional, pasando por las legumbres que restauran el nitrógeno del suelo.
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