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| Viñeta del humorista Quino |
Se cuenta que de joven, Tomás de Aquino, que habría de convertirse en enorme filósofo y teólogo, era tranquilo, gentil, con mucha vida interior y grande como un luchador de Sumo. Ensimismado, silencioso, la gente tomaba su inocencia por idiocia. "De bueno, tonto", se suele decir. Le llamaban "il Bue Muto", el Buey mudo.
Un día, sus compas del monasterio, queriéndose burlar de él le dijeron:

