31 de octubre de 2009

Fundamento antropológico de la autonomía


Cuestiones 1, 2, 8 y 10 de la Lección 1

"La disciplina ha hecho al ser humano" Kant

¿Por qué somos animales responsables? O sea, ¿por qué tenemos que responder de lo que hacemos, ante nuestra conciencia, ante los demás, ante las autoridades, ante los tribunales? ¿Por qué no vivimos inocentes en el "paraíso de las bestias"? Ningún tigre se avergüenza por matar y devorar a un cervatillo, ningúna babosa se siente culpable...

1) Autodominio. En primer lugar, podemos y debemos dominar nuestros impulsos, apetitos, deseos, emociones, pasiones y sentimientos. Esto nos da un gran poder sobre la naturaleza y sobre nosotros mismos. Así evitamos por ejemplo poner nuestra vida en riesgo persiguiendo un capricho o un placer efímero. Inhibimos nuestros impulsos al son que nos marcan dos emociones sociales básicas: la vergüenza y la culpa. Nos avergüenza que la persona que apreciamos nos mire con reproche o nos regañe.

El desarrollo del autocontrol es uno de los logros más impresionantes de los niños, tal vez sea la gran diferencia entre la inteligencia animal y la inteligencia humana. El ser humano sabe aguantarse, reprime el hambre si teme que cierta comida le siente mal, y la sed, si sabe que cierta bebida está o puede estar envenenada...

2) Deliberación y elección. Los animales ven y aprenden; pero nosotros, además, decidimos lo que queremos ver y aprender. Dirigimos voluntariamente nuestra atención (*) hacia lo que creemos útil, placentero, interesante o valioso. El bien es lo que todos los seres apetecen, pero nuestro apetecer está orientado por recuerdos, cálculos y previsiones. Los animales atienden mecánicamente aquellos estímulos que resultan relevantes por su naturaleza o intensidad, así un ruido asusta al pájaro y este huye; nosotros no huimos por el ruido de un camión si éste pasa rugiendo por la calle mientras nos sabemos seguros sobre la acera.

Los animales tienen libre albedrío, pueden actuar arbitrariamente ajustándose, eso sí, al medio físico en el que sobreviven, se reproducen y se desenvuelven con más o menos éxito. Nosotros elegimos entre conductas alternativas en un horizonte de posibilidades que los animales no pueden ni entrever. Naturalmente, actuamos por los motivos básicos, buscando las conductas que nos parecen (equivocadamente o no) más saludables, felices y dignas.

3) Para ello es fundamental la previsión, la visión del futuro antes de que suceda. El ser humano es un animal previsor, imagina, antes de que sucedan, las consecuencias de sus actos. Así, por ejemplo, sabemos que si -irritados por un insulto u ofensa- le damos con la sartén al prójimo en la cabeza podemos causarle un daño, que puede ser irreparable. Responsabilidad significa esto: que podemos y debemos responder de lo que hacemos. La imaginación nos permite, también, ponernos en lugar del otro, y así podemos compadecernos de él mediante la empatía.

La inhibición o represión consciente de los caprichos y emociones (autodominio), la posibilidad de elección de la mejor entre conductas alternativas (autonomía) y la previsión y responsabilidad nos hacen relativamente libres.
Para conseguir este control sobre su conducta (incluyendo en ella, hasta cierto punto, sus pensamiento y sentimientos), el niño y el adolescente deben aprender a aguantarse, limitar, modelar y encauzar sus impulsos, incluso aquellos que están cargados de emociones.
El desarrollo del lenguaje tiene un papel decisivo en la aparición del autocontrol de las emociones y acciones, pues su función conativa o directiva nos permite dar(nos) órdenes.
La búsqueda de la autonomía (libertad) conduce a la autorregulación racional de los deseos y sentimientos, que a su vez es fomentada y dirigida por la interiorización de las normas morales.
El resultado es la disciplina o aprendizaje de la autonomía a través del sentido del deber.

El niño lo consigue a través de tres etapas:
1) Explora los límites, desobedece, dice que no...
2) Provoca para obtener una definición clara de las normas, porque el niño necesita saber a qué atenerse.
3) Asimila las restricciones como hábitos permanentes de su carácter y personalidad.

Según Selma Fraiberg un niño que ignora la disciplina es un niño que no se siente amado. Un niño o niña al que no impedimos que atraviese la calle con el semáforo en rojo, por ejemplo, cuando ella o él saben que deberían detenerse, ¡piensan que su comportamiento no importa a nadie!

No nacemos libres, sino que es necesario aprender a serlo. Cuando nacemos y durante mucho tiempo somos dependientes de otras personas que nos cuidan y del medio físico y social en el que nos movemos y crecemos. El aprendizaje de la autonomía (libertad) implica dominio de los deseos, de los apetitos y de las emociones.


(*) La racionalidad, la conciencia, el alma como yo ejecutivo o como inteligencia voluntaria reobra sobre la percepción orientándola, este es el milagro del control voluntario de la atención o, simplemente, de la atención, ensimismamiento, concentración como capacidades propiamente humanas. Véase sobre este asunto nuestra entrada
http://diccionariosubjetivo.blogspot.com/2009/10/atencion.html

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